Vino tirado: La tendencia que se viene
Si bien en Europa funciona desde hace más de 10 años, en Argentina todavía son pocas las bodegas que se animan a este nuevo tipo de comercialización. Por qué puede transformarse en un negocio donde todos ganan.


A partir de octubre de 2018, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) aprobó una resolución donde le permite a las bodegas fraccionar en barriles de acero inoxidable de 5, 10, 20, 30 y hasta 50 litros.
El sistema es muy similar al ya conocido de la cerveza, en la cual se sirve a través de una canilla. “Consiste en un pequeño tanque de acero inoxidable que contiene en su interior el vino en un ambiente inertizado (en ausencia de oxígeno)”, define el Ingeniero Juan Carlos Muñoz, WineMaker y Presidente de Viña Las Perdices. “Si bien es algo muy nuevo, estamos instalando en algunos restaurantes de la ciudad de Mendoza este sistema con muy buena aceptación”, cuenta el ingeniero.
El envasado en KeyKeg –nombre con el que se los conoce a estos tanques– se estima que genera un ahorro para la bodega de un 50% en comparación con el embotellado, teniendo en cuenta los costos de vidrio, etiquetado y corcho.
Según afirman desde la parte comercial, para los restaurantes o bares que instalen canillas de vino pueden generar una ganancia superior al 70% en relación por litro de vino. Una vez “pinchado” –como se le dice a la apertura del barril–, el vino dura como mínimo tres meses y sin abrir más de dos años.
De la competencia a posibles alianzas | Si bien siempre suele decirse que la principal competencia del vino es la cerveza, a diferencia de esta última, el vino no suele tener el problema de merma que sí afecta a la bebida a base de lúpulo. “La cerveza en barriles sufre una pérdida grande de volumen por problemas de presión. Con un tanque de 20 litros de vino, la pérdida no supera los 100 cc., algo que en la cerveza suele ser mucho mayor”.